Siempre me ha fascinado cómo evoluciona la vida. No hablo solo de la Tecnología o la moda, sino de algo mucho más profundo y vital: la forma en que entendemos y experimentamos el Amor. Como experta en relaciones, te confieso que he sido testigo de una verdadera revolución silenciosa en las últimas décadas.
Antes, la narrativa era clara: la «media naranja», el «felices para siempre» y la idea de que el amor lo podía todo, incluso a costa de uno mismo. Hoy, las reglas han cambiado, y creo firmemente que es para mejor.
Adiós al Mito de la Media Naranja
Si le preguntas a mi abuela, el objetivo de la vida era encontrar a esa persona que te «completara». El famoso mito de la media naranja nos inculcó la peligrosa idea de que éramos seres incompletos hasta que llegaba «el elegido» a llenar nuestros vacíos. ¿El resultado? Relaciones de dependencia, donde la felicidad propia recaía totalmente en el otro.
En la actualidad, por suerte, la brújula ha girado. La nueva generación –y muchos que hemos decidido reaprender– está entendiendo que somos naranjas enteras, y buscamos a otra naranja entera para compartir el viaje, no para que nos terminen de construir.
El amor moderno se enfoca más en el acompañamiento que en la fusión. Buscamos compañeros de vida con proyectos individuales sólidos, personas que nos elijan libremente desde su plenitud, no desde su necesidad. Esto implica un cambio brutal: ahora, la responsabilidad de mi bienestar emocional es mía, no de mi pareja. ¡Y eso es liberador!
La Tecnología: ¿GPS Afectivo o Laberinto?
No podemos hablar del amor en la época actual sin mencionar a la gran disruptora: la tecnología. ¿Quién no ha escuchado ya la frase «se conocieron por una app»?
Si antes el cortejo pasaba por el baile del fin de semana o la presentación de amigos, ahora la primera impresión es un swipe y un perfil cuidadosamente elaborado. Esto ha traído aspectos positivos, como la facilidad para conectar con personas fuera de nuestro círculo inmediato o la validación de modelos de relación alternativos a través de comunidades virtuales.
Pero también ha añadido complejidad. La abundancia de opciones en las aplicaciones puede generar lo que muchos llaman «amor líquido» o «síndrome del escaparate»: esa sensación de que siempre puede haber algo mejor a un clic de distancia. El compromiso se vuelve una elección activa y constante, un reto diario en un mundo que nos invita a la satisfacción inmediata. La paciencia, ese ingrediente fundamental para construir un vínculo profundo, se ha convertido en un bien escaso.
De la Monogamia Impuesta a la Diversidad Elegida
Quizás el cambio más visible y estructural es la deconstrucción de la relación de pareja tradicional. Hemos pasado de un modelo casi único (matrimonio monógamo y heterosexual) a un panorama de gran diversidad.
Lo fascinante es que el foco ya no está en «lo que debe ser», sino en «lo que funciona para nosotros». Se trata de pactos privados, de sentarse a hablar y establecer las propias reglas del juego, con una comunicación transparente y, sobre todo, mucho respeto por la individualidad.
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Al final, ¿qué es el amor en la época actual?
Yo lo veo como un proyecto de crecimiento mutuo, consciente e imperfecto. Ya no es ese destino final donde se acaba la búsqueda. Es, más bien, un camino que recorres con alguien que te inspira a ser la mejor versión de ti mismo. Es un amor que no se da por sentado, que requiere diálogo, renegociación constante y, sobre todo, autocuidado.
Puede que sea menos «romántico» en el sentido de las películas antiguas, pero es indudablemente más real, más honesto y mucho más sostenible a largo plazo. Hemos dejado de buscar a alguien que nos salve para buscar a alguien con quien construir un refugio, sabiendo que, si un día ese refugio se cae, ambos tendremos la capacidad de levantarnos por nuestra cuenta.
Es un reto, sí. Pero un reto que nos invita a ser más libres, más auténticos y a amar, por fin, desde la plenitud.
Por Remedios Gomis_ Love Coach & Matchmaker












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