Desde el momento en que se anuncia un partido entre dos rivales históricos, la tensión se adueña de ambas partes. Estos encuentros, más conocidos como derbis, se convierten en el centro de innumerables miradas y en todo un derroche de pasión y emociones. Cada jugada, cada falta, cada pase, cada grito y cada gol se transforman en pura emoción, porque los seguidores de ambos equipos lo dan absolutamente todo. Saben que aquí una derrota no es solo perder una oportunidad de ganar puntos, es perder parte de su orgullo
Y es que en los derbis hay un componente emocional que no se da en otros partidos, y que además hace que las estadísticas sean solo una gota de agua en un mar de nervios, de antecedentes, de declaraciones, lesiones, ganas y garra. De hecho, es algo que hasta las casas de apuestas tienen en cuenta. No solo porque las apuestas de fútbol se disparan en estos encuentros, sino también porque saben que son aún más impredecibles y que sus cuotas, en estos casos, no suelen vaticinar con tanto tino los resultados.
¿Por qué los derbis cambian las «reglas» de los partidos normales?
Cuando hablamos de un derbi, no hablamos solo de un partido de fútbol entre dos equipos: hablamos de identidad, de territorio, de rivalidad y de orgullo. Es una mezcla de ingredientes que da lugar a una atmósfera cargada de emoción extrema, que se convierte en un factor que sobrepasa la parte técnica.
Esa atmósfera, cargada de emoción extrema, es un factor que sobrepasa lo puramente técnico. Es algo que podemos ver cada vez que se juega un Hércules vs Elche. Sabemos que lo que hay en juego es mucho más que un resultado, y que la derrota no solo afecta a la posición del equipo en las tablas, también afecta a su orgullo.
De hecho, el clima que se genera alrededor de un derbi de fútbol, por lo general, llega a tener un impacto real en el entorno. De hecho, estudios recientes han revelado que, cuando se juegan este tipo de partidos, hay un aumento de casi el 30% en la probabilidad de diagnósticos por traumatismos en urgencias y también suben los cuadros cardiovasculares entre los aficionados durante el encuentro.
Esto, para las casas de apuestas y los pronosticadores, es una señal muy clara de que el factor ambiental no es solo ruido, es una variable que también entra en juego. De hecho, muchas veces en las que se piensa en un favorito para estos encuentros, al final el resultado es totalmente el opuesto al esperado. Sea por un gol rápido, una expulsión, la influencia de la hinchada rival o por mil razones. Todo se magnifica.
Los partidos que sustentan la teoría
Hay infinidad de ejemplos reales que sustentan estas afirmaciones. Por ejemplo, el gran clásico de Inglaterra entre el Liverpool FC y el Manchster United FC de marzo de 2023. Un partido en el que se esperaba que el Manchester barriera el suelo con los rivales, pero en el que el conjunto se acabó topando con un 7 a 0 en su contra. Nadie esperaba este resultado, que puso patas arriba pronósticos, estadísticas y registros.
También tenemos otro ejemplo claro en España, con el Clásico por excelencia. Los partidos entre el Real Madrid y el FC Barcelona tienen en su historial unas goleadas que harían tambalearse hasta al estadista más férreo. Solo en la temporada 2024-2025 se vivió uno de los más memorables, con un hat-trick de Mbappé que fue pisoteado por el conjunto blaugrana remontando hasta quedar 4 a 3. Los merengues empezaron con ventaja y, aún así, perdieron.
Estos ejemplos muestran claramente que ni los gigantes no están a salvo en un derbi, y que apostar en ellos implica asumir un nivel de riesgo disparado frente a encuentros más normales.
La magia del fútbol en estado puro
¿Y por qué los derbis son un terreno tan pantanoso para los apostadores? En primer lugar, por su imprevisibilidad. Tal y como han demostrado innumerables partidos, hasta modelos estadísticos avanzados, la «certeza» desaparece por completo cuando se llega a un partido de este tipo. Porque detrás del balón hay 22 jugadores que pelean con más fiereza y nervios de lo habitual. No hay medias tintas.
Luego están el efecto ambiental y emocional: el público, la presión de estar ante ese gran rival, las expectativas… Todo se convierte en un reguero de pólvora que acaba detonando los resultados para cambiar los números por completo. Y por último, claro está, se encuentra el factor histórico que envuelve a cada derbi. Un equipo que haya perdido en numerosas ocasiones contra el mismo rival puede asumir por completo que va a perder otra vez… o convertir esa frustración en la energía con la que vengarse.
Todo esto demuestra que el fútbol es un deporte humano y que los números no pueden adivinarlo todo. Por eso mismo las apuestas deportivas resultan tan emocionantes cuando hay un derbi de por medio. Reflejan a la perfección esa naturaleza que hace mágico al deporte.
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