El pasado 29 de octubre de 2024, una DANA que nunca olvidaremos arrasó el área metropolitana de Valencia, con más de 300.000 personas afectadas y 229 víctimas mortales. El agua subió en minutos, sin margen de respuesta. Algunos ayuntamientos no activaron sirenas ni evacuaciones preventivas. Muchas víctimas ni siquiera sabían que estaban en zona de riesgo grave, no recibieron una alerta, o la recibieron tarde.
Frente a este escenario, como método crítico, creativo y curativo inmediato, el arte y la cultura también han reaccionado. El surrealismo en tiempo real es la vivencia directa del inconsciente y la imaginación, actuando sin censura, en el mismo momento de la creación. Muchos pintores surrealistas han reflejado en sus obras elementos reales en situaciones oníricas, a veces absurdas e imposibles, que ahora se tornan reales en nuestro mundo apocalíptico.
Antonio García López, es un artista damnificado de manera directa por la DANA, que, además de trabajar dentro de estos aspectos surrealistas, en su último proyecto artístico, visibiliza las consecuencias de las inundaciones en Valencia, para que no caigan en el olvido. Así, en su serie titulada Personajes de la DANA, Antonio homenajea tanto a las víctimas, como a los voluntarios a través del uso de objetos reales de las zonas afectadas, que a modo de exvotos se hacen presentes obras como: Víctimas ayer y hoy, El desaparecido, Los que no se salvaron, Los atrapados, Los voluntarios, El héroe anónimo, Los prescindibles, o El resiliente.
Sus Personajes de la Dana en su materialidad se mimetizan con la misma piel de las víctimas, convirtiéndose en un grito que denuncia la falta de empatía de nuestros mandatarios. Obras como: Queridos parásitos o El que faltaba, recogen la reacción violenta vivida en Paiporta con la llegada de las autoridades, un acto vacío e inútil cuando la población fue abandonada a su suerte en los días precedentes.
«Pensé en un mundo sin memoria, sin tiempo; consideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales y de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa.”1
Jorge Luis Borges con esta cita cargada de simbolismo y reflexión filosófica narra la historia de Ireneo Funes, un joven uruguayo que, tras un accidente, adquiere una memoria perfecta y absoluta. Funes puede recordarlo todo, cada hoja, cada instante, cada matiz de una experiencia. Pero esa memoria total se transforma en una condena, porque le impide abstraerse, olvidar o pensar de manera general. En esta exposición el artista se convierte en Funes, ilustrando estos Personajes de la DANA, porque sin memoria, no hay identidad ni historia. Sin tiempo, no hay antes ni después, solo un presente continuo. Es una especie de utopía negativa, un ejercicio mental sobre lo que define nuestra existencia humana: la conciencia del paso del tiempo y la necesidad de recordar. Esta memoria loable y necesaria, se refleja en las magníficas instalaciones El Cristo de la DANA, Mucho barro y poca agua, o Tendedero (el de sus padres), en palabras del artista: “esas prendas manchadas han permanecido en el patio de luces como testigos mudos de un desalojo forzoso y una pérdida irreparable”. Con esta afirmación Antonio García López demuestra que sus trabajos claman al sentimiento, activando el desasosiego y la turbación, para que recordemos y no nos conformemos, seamos resilientes. De este modo, sus obras se conciben como una reflexión poética profunda sobre el tiempo, el cambio, y lo que permanece en medio de todo eso.
Heráclito dijo que “nadie se baña dos veces en el mismo río” porque todo cambia constantemente, como el agua de un río. Nosotros, entonces, somos “gotas” de ese río: instantes en un flujo constante de cambio. No hay nada fijo. Todo es devenir, sin embargo, algo en nosotros no cambia. Algo permanece. Es un momento de resistencia al tiempo, un núcleo de identidad, memoria, alma, o esencia que, aunque todo cambie, sigue allí, inmóvil. Esta paradoja se refleja tanto en sus collages, como en los objetos encontrados que al igual que sus precursores surrealistas, se convierten en expresiones directas del funcionamiento errático y simbólico del inconsciente, en línea con el pensamiento psicoanalítico. Así como el inconsciente no sigue la lógica racional, el collage rompe con la continuidad narrativa o estética y produce imágenes que, como los sueños, tienen una lógica desplazada y condensada. El inconsciente transforma los objetos en símbolos, lo que es “banal” puede representar un deseo, un recuerdo reprimido, o como lo es en este contexto el trauma de todo un pueblo que todavía se pregunta porque no fue alertado a tiempo.
En conclusión, el proyecto Personajes de la DANA en su itinerancia, refuerza la persistencia de la memoria, conformando un profundo análisis sobre la naturaleza de lo vivido y de lo que que se hace imposible de olvidar. El inconsciente como motor creativo, casi un psicoanálisis freudiano, como la idea de que el inconsciente es una fuente poderosa de imágenes, deseos y conflictos reprimidos. Los surrealistas querían liberar esos contenidos del inconsciente mediante el arte y la escritura, García López lo hace a través de su técnica precisa del collage y su simbolismo intrigante con el que nos invita a cuestionar nuestras percepciones de la realidad. En una época de incertidumbre y caos, su obra resuena más que nunca, recordándonos que el tiempo es, en última instancia, demoledor.
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